La princesa prostituta es perseguida por perros despellejados que portan aguijones venenosos como colmillos que queman el aire al rozarlo. Princesa descalza de uñas amarillas, siempre fuiste presa mental añorando la mortalidad animal, ¿por qué huyes? Descendiste entre nubes rosas bordadas de corazones que cantaban sobre tu belleza, que salpicabas en casa paso lento y con gracia.
Juras que te caÃste, mas no aceptas que tus alas se pudrieron de tu cáncer onÃrico mortal. Deja tu carrera inútil que nunca será intemporal ya que nadie se acordara de lo sucedido en el lecho en donde serás el festÃn.
Arañas hermafroditas tejen con ese preciso vaivén tu vano escape. Forman la ruta por la cual regresarás basculeada con esa sonrisa mentirosa de desprecio que esconde la felicidad traicionera de lapsos.
Te han escrito tu guión pero lo editaste y dirigiste tu pelÃcula invitando apariciones especiales robados de otras ventanas.
Sin cuerpo propio vuelves por la vereda adornada de paredes de moscas que escupen al verte por ese cuerpo desfigurado que llega a ser más feo que el de ellas mismas.
Tu orgullo perdido se incendia y tus alas que fueron corroÃdas por tu no ser, se prenden curando la invidencia ya que tienes que ser vista, idolatrada y deseada.
Las moscas ahora te imploran que las salves del banquete, se empujan y se devoran entre ellas para ser escuchadas, tu mano blanca y tersa salvan a un puño que gozan de su libertad hasta que en un movimiento sutil acaban en tu boca, ese crujir armonioso de tu boca al masticar hacen voltear a las otras para que las devores.
Abres tus alas y emprendes el recorrido a tu deshabitación para estar y volver a no estar.