Así fue, ella empezó a caminar sobre el borde de la playa salpicando gotas de mar por sus dedos, éstas se resbalaban tan vertiginosamente por esa piel cubierta de bloqueador que permitirá esa piel color canela que a muchos desmayan.

Ella dio unas cuantos brincos más, chapoteaba como una niña sobre la orilla, en cada salto la veía cada vez más lejos y yo siendo tragado por la playa, la arena se me trepaba por las piernas, parecían hormiguitas que buscan llevar su comida al hormiguero.

Habrán sido otros 5 saltos más y la deje de ver, con poca determinación me quite a las hormigas, agarre la toalla y me la puse como una capa, di tres brincos y no pude volar, pero en mi caída estrepitosa y ridícula, logre ver a una turista en topless, su piel casi transparente y su cuerpo tan pequeño (que podría agarrarla de la cintura, cargarla pero con miedo para no romperla) pude ver al galán untándole la crema mágica para alcanzar el color de piel que no tiene, de seguro hará mucho frío en su ciudad.

Después de comer un poco de arena (vengándome de las hormigas) me levanto muy dignamente, me sacudo los restos de indignidad que podría tener y emprendo mi camino hacia el mar, hacia el final de la playa, donde la gente juega volleyball y de ahí ir al cine.