Levántame con la soga que amarraste a mi cuello.
Desata los nudos de mis manos y mis pies.
Es tiempo de los grilletes ponzoños vigorosos de tu olor.
Aprieta mi garganta sino camino, clava tus uñas en mi hombro y zarandéame para que despierte.
Aliméntame con dulzura utilizando tu voz como látigo que marca mi cuerpo.
Esas uñas recorriendo las cicatrices vivas, sensación empalagosa.
Devoraré tu vientre.
A cada latido de tu corazón, movimiento, una opresión.
Enciérrame en mi jaula asquerosa, primorosa de tu traición
En tus recuerdos yo estaré manipulando tu vehemencia.
¡Despierta!