“¡Maldito alcohol!”, fue lo que dijó Tomas cuando se le cayó su cerveza al suelo, checó sus bolsillos y se dio cuenta que no tenÃa dinero, sabÃa que no podÃa pedir ninguna cerveza gratis ya que no estaba en su bar, no es que el fuera dueño de un bar sino que no estaba en el bar que frecuentaba.
En ese momento Tomás se levantó y se hizo unas preguntas ¿dónde estoy? ¿Por qué no estoy en el bar que frecuento? ¿Cómo diablos llegue aquÃ? En ese momento Tomás no sabÃa en lo que se habÃa metido, el haber tirado esa botella habÃa propiciado una pelea campal en el bar de la cual era totalmente ajeno, siguiendo su tradición de alejarse de cualquier cosa de la que no se sintiera responsable, se levantó no se inmiscuyo en ningún problema y fue lentamente hacia la puerta. Vio las calles, los coches que pasaban, intento ver el número de los autobuses que pasaban, razono de una manera lenta pero  lógica e intento ver la calle en la que se encontraba, saber donde estaba le parecÃa imposible, su cerebro no podÃa procesar las cosas, saco su teléfono, un teléfono inteligente, no estoy seguro si era un iPhone o un Android u otras de las cosas raras que existen en este momento. Empezo a picar a darle click al teléfono y dijo, “¡no se leer!” con una voz tan profunda, fuerte y totalmente llena de verdad, era una sinceridad que pudiera haber hecho cambiar de polaridad a un bipolar. Al parecer durante su fiesta se le habÃa olvidado leer, o a lo mejor nunca habia sabido leer, pero su grito estremeció a los arboles, unas cuantas hojas cayeron. Yo estaba cerca, y al escuchar la sinceridad humillante que salia de todos sus sentidos me hizo acercarme.
A Tomás no lo conocÃa nunca habÃa platicado con él, es más nunca lo habia visto, después supe que se llamaba Tomás, o algo asi me dijerón o mejor dicho, yo nombre a esa persona con ese nombre,  me acerqué y le pregunté ¿qué pasa? Tomás me volteó a ver y solo con una mirada senti un rechazo tremendo, yo interpreté esa mirada como una que significaba pierdete, no necesito tu miserable ayuda. El rechazo no solomente fue emocional y psicológico, llego hacer fÃsico, el teléfono de Tomás estaba en mi pecho y después en el suelo, en mi parpadeo ante la perplejidad de tanta agresividad sincera, vi a Tomás en el suelo recogiendo su teléfono en el siguiente parpadeo, este más por lo atonito que me encontraba, él estaba corriendo, alejandose de mi, en un momento pense que lo conocÃa pero no por ese nombre que me habÃa inventado o me habÃan dicho, sabÃa que lo habia visto, pero no se en donde.
Cuentan que camino y camino hasta llegar a otro lugar que no conocÃa se volvio a sentar y pidió una cerveza, pero ya tenÃa dinero en sus bolsillos, no sabemos si habrá pasado a un cajero o lo habrá encontrado tirado, pero su cerveza estaba en la mesa, la tomo con mucha fuerza, se le quedo viendo, leyo la marca, si al parecer recordo que sabÃa leer o simulaba muy bien, serán los dibujos, no lo sé. Le dijo al mesero que no querÃa esa que querÃa otra el mesero no le hizo caso, Tomás se la tomo dos, tres, cuatro tragos, no me supieron decir bien, se levantó, salio , saco su teléfono dijo que no sabÃa leer, lloró unos minutos y volvió a caminar.